Viajar a la peninsula
Viajar actualmente en avión a cualquier punto de la Península, pasando por Madrid, es eso, una verdadera odisea, una cadena interminable de contratiempos y anécdotas de todo tipo.
Y allí te tienen como mínimo, tres horas sin poder moverte y tratando de cambiar de posición con el mayor esfuerzo del mundo. Si pides un café o un refresco ( pagándolo bien, claro está), no lo saboreas, lo tienes que tener bien agarrado porque cualquier movimiento tuyo o del vecino de al lado, puede concluir en el desparrame total del líquido.
Tal es la situación en la que te encuentras, que eres capaz de aguantar esas horas sin ir al baño sólo con pensar todo lo que puede suceder en el momento en el que te tengas que poner de pie cuando tu lugar está al lado de la ventanilla: después de darte en la cabeza con la parte alta (que tiene esa barriga especial, para eso) , es necesario calcular lo que debes hacer para sortear a los viajantes contiguos tratando de molestar lo mínimo, y como eso es imposible, desistes y piensas, “ya queda poco para llegar”.
¿Y qué me dicen cuando delante o detrás te toca un chiquillo o chiquilla de los llamados “desinquietos”? Te empujan, te dan con la rodilla, echan su asiento para atrás que te hacen tragar la mesa con bandeja incluida. En fin, pasas un viaje de lo más tranquilo y placentero.
La primera parte de este viaje interminable se centra en entrar en el avión y sentarte. En ese momento, en tu mente se produce una contradicción y te dices a ti mismo: “¡Contra!, ¿no dicen que según te vas haciendo mayor el cuerpo va encogiendo? Pues creo que eso es falso porque mis piernas están tropezando con el asiento de delante.” Sin embargo, al mirar hacia otros viajeros compruebas que lo que va encogiendo cada vez más, son los espacios entre las butacas del avión.
Y después de uno vivir todo esto en sus propias carnes, te planteas: ¿dónde y cómo viajan nuestros políticos representantes en el Congreso y Senado?, ¿en qué tipo de aviones se trasladan a la Península los altos cargos de nuestra Comunidad?
Sería conveniente que, sólo por una vez, descendieran a la clase turista para que comprobaran lo que pasa un canario normal cuando tiene que desplazarse a la “Madre Patria” por el motivo que sea.
4 comentarios
Alejandro Pardellas -
Lo único que lo hace llevadero es pensar en tu destino, si lo haces como yo por volver a ver a los tuyos.Pero sí.....una lata!!
Un beso!!
Nata -
jose -
Aguadeluna -